¿Cómo se hace dinero en Internet?
En este artículo queremos salirnos un poco de nuestra parcela, los servicios a la empresa, y ampliar nuestro público a otro tipo de usuarios de internet: el particular que no se limita a consumir información y servicios de la red, sino que aporta contenidos (por medio de un blog, creando una aplicación o de cualquier otra forma). Si ese es tu caso y has llegado a nuestro blog, esperamos que las ideas que compartimos aquí puedan ayudarte.
Antes de entrar en materia, un apunte: seamos realistas. En este artículo hablamos de cómo rentabilizar proyectos de Internet, pero no de hacernos millonarios. No sale cada día un Mark Zuckerberg, un Larry Page, un Serguéi Brin o un Steve Jobs. Y si tuviéramos el secreto para «pegar un pelotazo» como ellos, créenos: ahora mismo estaríamos en las Bahamas.
Aunque algunos de los proyectos que empiezan como afición pudieran llegar a convertirse en empresas de éxito, no hemos escrito este post pensando en proyectos que se inician bajo el modelo startup (proyectos innovadores que se desarrollan desde el origen con la idea de acabar vendiéndose a un gigante) ni tampoco de negocios propiamente dichos (tiendas on-line, webs corporativas, etc.).
Aunque alguna de las ideas que damos pudieran aprovecharse para esos casos, la realidad es que ese tipo de proyectos tiene objetivos y necesidades de marketing.
Nos referimos más bien a proyectos no profesionales… Es decir, a hobbies personales o ideas que algunos desarrollan en su tiempo libre, luego lo suben a Internet -ya sea en forma de blog, aplicación, perfil temático en una red social o página web-, y al final los rentabilizan.
Hay pequeños emprendedores que tienen pequeños proyectos en la red -paralelos a su profesión o a full time si no tienen empleo- y que consiguen mantenerlos sin necesidad de invertir. Incluso puede que les dejen algunos beneficios.
¿Qué me dices? ¿Qué tener un blog o hacer una App cuesta dinero?
Pues sí… Dinero o tiempo.
Si sabes de diseño, programación, marketing en redes sociales, te apañas grabando y editando un vídeo, escribiendo en blogs, etc., puede que no tengas que invertir mucho dinero inicialmente… Pero sí tu tiempo.
Si no sabes de todo eso pero eres apañado y tienes tiempo, puedes armarte de paciencia para leer e investigar sobre el tema, a cambio de ahorrarte el dinero.
Pero si no tienes ni conocimientos ni tiempo, tendrás que optar por pedir ayuda. Y la ayuda suele costar dinero.
Aparte, ten en cuenta que algunas plataformas generan algunos gastos, aunque pequeños (un perfil en una red social no vale nada, pero un blog requiere de un dominio y un hosting en un servidor web).
Pero bueno… ¿Qué hobbie es 100% gratuito? Los deportes, el coleccionismo, hacer cupcakes o ir al cine, también cuesta dinero, ¿no?
Pues no te lo he dicho todavía, pero ahí va… Y no te doy una opción, sino tres.
Opción 1: Venta directa
La primera opción es cobrar por el acceso al servicio.
Si te diriges a un público especializado muy concreto o resulta que has dado con una idea que cubre una necesidad para la que no existe aun solución online (si es que todavía queda alguna), puedes poner un precio más alto. Si no es el caso, la clave está en establecer un precio muy reducido. No se trata de ganar mucho dinero con unos pocos, sino de poco dinero con muchos.
Una alternativa a poner un precio al producto/servicio es aceptar donaciones o regalos de una Wishlist. Ya sé que estás pensando: si dependes de España para rentabilizar algo a base de donaciones lo tienes crudo (la palabra estrella en nuestro país es «gratis»), pero en otros países la cultura es muy diferente y la gente agradece lo que le gusta.
¿Ejemplos de éxito de este sistema? Aplicaciones como WhatsApp o la plataforma de música de iTunes. O la Wikipedia, que funciona exclusivamente por donaciones.
Opción 2: Opción Freemium
La segunda opción es trabajar con un modelo mixto, en el que das gratis una versión con limitaciones (de funcionalidad o de tiempo), de manera que llegues a mucha gente y demuestres la calidad de tu servicio. Y luego, se ofrece una versión más completa, a través de compra o subscripción al servicio.
Generalmente, el pago de este tipo de servicios, aun siendo asequible, es algo más elevado que las aplicaciones de venta directa. También es frecuente qué la versión free contenga publicidad para poder abaratar la versión de pago.
¿Ejemplos de éxito de este sistema? La mayoría de diarios en Internet, Spotify y Candy Crush, por ejemplo.
Opción 3: Regala para ganar
¿Cómo funciona esto? ¿Cómo das todo gratis y aun así ganas dinero? Con publicidad… ¿No funciona así la televisión, la radio o los diarios en papel gratuitos?
La estrategia de este tipo de servicios pasa por cuatro palabras clave: visibilidad, tráfico, retención e información. El propósito es conseguir muchas visitas, que las visitas permanezcan el mayor tiempo posible y que los usuarios interactúen para que nos den información.
¿Y todo esto para qué? Para poder incluir publicidad sectorizada, muy rentable al anunciante.
La publicidad no siempre tienen que ser anuncios puros y duros (que también). Pueden tratarse de comentarios positivos sobre una marca en nuestro blog o red social, puede ser un sorteo a nuestros usuarios patrocinado por el anunciante, etc.
Y el pago tampoco será siempre dinero (aunque muchas veces sí). El pago también podrá venirte en forma de regalos, viajes, descuentos en el uso del producto de la marca, etc.
¿Ejemplos de éxito de este sistema? Los gigantes Google y Facebook son casos sobresalientes. Pero también funcionan así muchos blogs y perfiles de redes sociales, que están sacando rendimiento del tiempo que les invierten. ¿Alguna vez has visto anuncios tipo «Calcula cuanto vale tu cuenta de Twitter»? ¿Y ofertas para comprar followers? Pues de esto va el negocio.
¿Es ético que servicios «gratuitos» nos monitoreen para ponernos publicidad?
Pues nuestra opinión es que Sí… Siempre y cuando el usuario lo sepa.
Al fin y al cabo tú te beneficias, ¿no? Si no a ver, dime si estas dispuesto a pagar por el e-mail, por buscar en Internet, por leer la Wikipedia, por usar Google Maps, Facebook o Twitter.
Lo increíble es que haya gente que piense que todo eso se regala por nada a cambio, y que se lleve las manos a la cabeza cuando ve que justo después de entrar a una web por primera vez le empiezan a aparecer banners por todas partes de esa misma web.
Aunque hay que reconocer que poco a poco va calando entre la gente las reglas de este juego. De ahí, el consejo que siempre recordamos: mucho cuidado con la información personal que compartimos en las redes. En Internet no somos anónimos.